EL LIBRO ESTRELLA • Trienal Poligráfica de San Juan (Puerto Rico), 2010.
UN libro dedicado a la facetas íntimas de algunos de los autores de la gráfica popular Bogotana
JORGE MONTESDEOCA, ROBERTO AYALA Y ARNULFO HERRADA son las tres personas a quienes está dedicado este libro. Disímiles en estilo, en formación y en influencias, dueño cada uno de una historia personal única, lo que los emparenta es su oficio. Durante décadas los tres se han dedicado a realizar trabajos gráficos para locales comerciales en la ciudad de Bogotá: avisos que anuncian productos y servicios y cuadros y murales que ambientan restaurantes, cafeterías, minimercados, misceláneas, papelerías, cantinas, etc. Su jurisdicción son todos aquellos negocios que no han tenido el interés, la necesidad o los recursos para poner su identidad en manos de agencias de publicidad, estudios de diseño, oficinas de branding, oficinas de retail environment o semejantes.
Cualquier latinoamericano entiende bien lo que esto significa: dada la abundancia de este tipo de locales en nuestros países, Jorge, Roberto y Arnulfo son representantes de un gremio que en buena parte es responsable, nada más ni nada menos, que del aspecto de nuestros paisajes urbanos. Tanto como cualquier medio de comunicación masiva y probablemente más que cualquier forma de arte, los pintores, como se les llama en Bogotá a quienes ejercen este tipo de oficio, han sido los encargados durante años de administrar nuestro capital simbólico y de instalar en la memoria colectiva imágenes, expresiones y formas de representación. La cultura visual de todo latinoamericano es impensable sin las imágenes y mensajes creadas por personas como Jorge, Roberto y Arnulfo.
Y sin embargo, no sabemos casi nada sobre ellos. De un tiempo para acá se ha vuelto habitual encontrar libros, exposiciones y colecciones fotográficas en Internet que recogen la llamada gráfica popular. Con lo mucho que estas iniciativas han ayudado a llamar la atención sobre una producción cultural por largo tiempo subestimada, lo cierto es que apenas un puñado de ellas se ha preocupado por saber quiénes son los autores de los trabajos publicados, así sea tan sólo para dar el crédito correspondiente. Es como si se asumiera que esta gráfica es un rasgo natural de la calle, una corteza del paisaje que se genera espontáneamente: gráfica silvestre. Y aunque es cierto que a veces el anonimato pareciera ser una de sus característica definitorias (trabajos sin firma, dueños de locales que no pueden dar razón exacta sobre sus autores), con mucha frecuencia basta con dirigir la mirada hacia las márgenes de las pinturas o con preguntar. Muy a menudo, como es el caso de Jorge, Roberto y Arnulfo, los trabajos no solo están solemnemente firmados, sino que sus autores son figuras queridas, respetadas y hasta relativamente famosas entre sus clientes.
Desde que en 2001 empezamos a recopilar este tipo esta gráfica bajo el nombre de Populardelujo, nos propusimos trascender la mera recolección. Al indagar sobre sus métodos de producción y circulación llegamos, naturalmente, a las personas que la realizan. Jorge, Roberto y Arnulfo son algunos de los pintores que mejor hemos llegado a conocer. Con los tres hemos tenidos largas conversaciones y caminatas por los barrios en donde se concentra su trabajo, en nuestro website (www.populardelujo.com) hemos publicado reportajes sobre cada uno de ellos y a Jorge y Arnulfo hemos tenido el gusto de dedicarles pequeñas exposiciones individuales. Tal vez como presagio de lo que sería este libro, a finales de 2008 presentamos el trabajo de los tres en el 41 Salón Nacional de Artistas que se realizó en Cali, Colombia (Ministerio de Cultura).
Pero a pesar de lo mucho que hemos llegado a aprender sobre su trabajo en todo este tiempo, el panorama todavía esta incompleto. Si sabemos mucho sobre sus especialidades gráficas, sus zonas de preferencia y sus técnicas, aspectos como su formación, influencias, fuentes de inspiración, la manera en que califican el trabajo que realizan, la relación entre su historia personal y sus trabajos, apenas los habíamos atisbado. La realización de este libro se nos presentó entonces como la oportunidad perfecta para aventurarnos en esos territorios inexplorados. Y es justamente en ese sentido que este libro es un experimento. En lugar de hacer un libro con la destreza del que trabaja sobre un objeto de estudio que conoce bien, optamos por que el proyecto mismo de hacer un libro fuera la excusa para investigar estos nuevos territorios. Lo que tienen en las manos es el reporte de lo que encontramos.
Además de constatar las especialidades de cada uno de los pintores —Jorge y sus motivos influenciados por la gráfica comercial de los años 50, Roberto y su destreza para la señalización comercial, Arnulfo y su nostalgia por los paraísos rurales perdidos—, el material reunido en este libro subraya algunas regularidades que ayudan a entender mejor al gremio de los pintores callejeros. Como por ejemplo, el hecho de que ellos distinguen enfáticamente su trabajo artístico de su trabajo comercial, o el hecho de que su oficio no se reduce a la creación gráfica sino que a menudo exige otras habilidades como la de idear mensajes o construir los mismos avisos. También desmiente algunas ideas preconcebidas como aquella de que este tipo de gráfica se realiza sin previa bocetación o que los pintores son completamente empíricos y carecen de cualquier tipo de formación académica; y saca a la luz otras que ignorábamos completamente, como la conciencia que tienen los pintores —y la incomodidad que les produce— saber que “el mundo del arte” eventualmente calificaría sus obras como primitivistas. Este libro aborda, en síntesis, ideas que otras investigaciones sobre gráfica popular y que nosotros mismos hemos tratado antes, pero adicionalmente se ocupa de una faceta que hasta donde nos consta, permanecía oculta: las claves íntimas de la personalidad estética de los autores de la llamada gráfica popular.
Desde las postales —físicas y mentales— que ha recogido Jorge Montesdeoca en su trasegar por Suramérica, hasta las revelaciones sobre otros planos de la realidad que rondan la mente de Arnulfo Herrada, pasando por el secreto gusto de Roberto Ayala por los cómics, al haber escudriñado los aspectos más personales de la estética de estos pintores hemos encontrado elementos que nos ayudan a completar el retrato de la gráfica popular. Así no solo constatamos una vez más que esta gráfica existe sino que empezamos a entender mejor de dónde sale, qué es lo que la nutre, porqué es como es; y a comprender con más claridad qué es lo que peligra, qué es lo que se trunca y se aliena, cuando desaparece.
Como señalamos arriba, cuando hablamos de pintores (o de rotuladores, muralistas, dibujantes, etc.) hablamos de personas que trabajan con la imagen tanto como cualquier artista o diseñador, y que a pesar de la marginalidad e informalidad a las que ha sido forzado su oficio, cumplen un rol principal en la creación y difusión de imágenes en el paisaje urbano latinoamericano. Y sin embargo todavía carecemos de retratos que superen la caricatura que los presenta apenas como “los pintorescos personajes detrás de la curiosa gráfica popular”. Construir una imagen tridimensional, rica y compleja de la gráfica callejera y sus responsables no sólo es provechoso para el diseño y las artes sino que es clave para hacerle justicia a la experiencia histórica latinoamericana. La gráfica callejera no es simplemente una vertiente gráfica interesante: más allá de toda moda, de toda opinión personal y de todo juicio artístico, la gráfica que producen personas como Jorge, Roberto y Arnulfo es un testimonio concreto y en primera persona de un sector de la población que no produce abundantes fuentes primarias y que por lo tanto entra a la historia de boca y a juicio de otros o no entra en absoluto.
Pero este libro no exhibe solamente a Jorge, a Roberto y a Arnulfo. Exhibe también a quienes lo hicimos. No hay razón para no mencionar el extraño cruce social, profesional y generacional que tiene lugar al hacer un ejercicio como este. ¿Qué significa que en los albores del siglo XXI un grupo de diseñadores se obsesionen con la gráfica callejera y salgan a buscar a quienes la producen? ¿Qué significa que los autores de la gráfica estén abiertos a hablar sobre su trabajo y a compartir sus intimidades? ¿Qué significa que el tema sea abordado en un evento artístico internacional? ¿Qué prejuicios se superan, cuáles se enfatizan, en un proyecto curatorial de este tipo?
Lo único que podemos decir es que nuestros motivos no han sido otros que el respeto y la profunda admiración que sentimos por el trabajo de Jorge, Roberto y Arnulfo. Y aprovechamos para agradecerles la generosidad y confianza con que compartieron con nosotros su tiempo, sus anécdotas y su material personal. Durante todo el proceso de este libro, nunca olvidamos que estábamos sondeando la intimidad de personas con más experiencia que nosotros y con el cuero mucho más curtido que el nuestro.